jueves, 16 de enero de 2020

Es una santa



Es de notar que habiendo muerto la amada Fundadora de las Hermanitas de los Pobres de Maiquetía, como resultado de aquel imponderable acto de caridad hecho a favor de los enajenados, parece que allá en el cielo, donde esperamos está recibiendo el premio de una vida tan llena de sacrificios, y toda ella consagrada al amor de Dios y del prójimo, le ha cabido especial misión de interesarse por esta clase de enfermos, que aquí en la tierra hicieron latir tan compasiva y tiernamente su corazón; y esto lo deducimos por los muchos enajenados que, recobrada la razón, atribuyen su curación radical y el verse salvos de ese mal terrible, a la intercesión de la piadosa Madre Emilia de San José.

Los enfermos y los pobres son su obsesión y su locura, son el sentido de su vida y la expresión más radical de su consagración, convencida de que cuanto hace con estos hermanos más débiles, lo hace con Jesús. Los enfermos son la fe de su amor. (P. Antonio Gracia).

Fallece la amada Madre el 18 de enero de 1893. A las 5:30 a.m. el P. Machado celebra la Misa y ella, después de la Comunión, se duerme en la Paz del Señor, dejando innumerables ejemplos de virtud y santidad. La lloran todos: las hermanitas, el P. Machado, los enfermos y pobres, la familia, los fieles en general.

La muerte de la Madre Emilia se convierte en un clamor popular: “Es una santa”. Este grito se mantiene vivo entre las Hermanitas de los Pobres y bienhechores y más intenso, si cabe entre los enfermos y pobres que la conocieron.

El periódico la religión escribe el 20 de enero de 1983:
“La gente de corazón debe estar de duelo, porque ha muerto una que tenía el alma generosa y suave, imbuida de todas las abnegaciones que engendran el afecto universal… una Santa predestinada a la caridad más sublime… Infatigable en su misión de aliviar dolores y enjugar lágrimas… durante toda su vida solo pensó en aliviar las desgracias de sus prójimos”.

Habiendo comprobado la Congregación para la Causa de los Santos que la Madre Emilia vivió en grado heroico todas las virtudes, Su Santidad Juan Pablo II la declaró VENERABLE el 23 de diciembre de 1993.

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