lunes, 16 de agosto de 2021

Emilia, inclinada ante el dolor


Estamos viviendo unos momentos o días de inmenso dolor en el mundo. Las noticias e informaciones que circulan por las redes sociales y agencias internacionales nos dan cuenta del terremoto en Haití; mucho dolor, angustia y preocupación en Afganistán por el regreso de los talibanes; la enfermedad llamada Covid-19 que ya es pandemia en el mundo; inundaciones, huracanes, guerras... En fin, diversas situaciones de dolor y sufrimiento que azotan a la humanidad.

En nuestro país, Venezuela, no escapamos a realidades muy dolorosas: pandemia de la Covid-19, diversas enfermedades,  hambre, inflación, violencia, represión...y pare de contar.
Lo que más está afectando es el virus, el miedo al contagio, la falta de vacunas, las carencias gravísimas en los hospitales en cuanto a insumos y medicinas... Muchas personas muriendo solas en los hospitales y clínicas, ancianos desasistidos, enfermos solos en sus casas...

¿Hay alguna esperanza? ¿Qué podemos hacer? ¿Cómo seguir confiando y teniendo fe? ¿Cómo animar a las personas en sus depresiones, soledades y duelos?

He aquí que surge un acontecimiento que unió a todos los habitantes de esta tierra de gracia: la beatificación del amado Dr. José Gregorio Hernández, con la alegría y devoción desbordada en las iglesias, en las calles, en los hogares, en los corazones. ¡Un santo de todos! Una bocanada de aire fresco de esperanza, fe, devoción, entusiasmo.

Las Hermanitas de los Pobres no hemos cesado de invocar la protección e intercesión de nuestra Venerable Madre Fundadora, Emilia de San José. Han surgido con espontaneidad grupos de oración invocándola cada día y en cada dolor y enfermedad.  Del corazón de cada devoto se eleva una plegaria al Padre de la Misericordia y de la Compasión para que cese la pandemia, para que los enfermos sanen, siempre aceptando la Voluntad de Dios.

En su vida, Madre Emilia vivió por y para los enfermos, según la vocación recibida del Señor. Físicamente, vivió inclinada ante el dolor, no descansaba hasta ver satisfechos sus deseos y necesidades, nos enseñó a hablarles de Dios mientras los atendemos y curamos. Para que a ellos no les falte el consuelo, fundó nuestra Congregación Hermanitas de los Pobres de Maiquetía. Aquí estamos, atentas y acompañando a los pobres, a los que sufren, a los ancianos... 
Hacen falta manos compasivas que quieran seguir a Jesús viviendo este hermoso carisma. La mies es mucha y las hermanitas somos pocas para tanto trabajo.

¿Qué haces tú para inclinarte ante el dolor, como Emilia? ¿Te animas a seguir a Jesús, cuyo Rostro está en cada arruga, en cada mirada, en cada enfermo, en cada pobre?