miércoles, 25 de septiembre de 2019

Emilia, Fundadora



Después de la fundación del Hospital San José, en Maiquetía, el 22 de abril de 1888, vemos a Emilia dedicada a los enfermos con gran caridad maternal y exquisita, al lado de su director espiritual, el p. Santiago Machado. Ella dialoga casi a diario con él y en esas conversaciones se va forjando una hermosa intuición e inspiración del Espíritu: Ha llegado el momento de formar una comunidad religiosa con todo lo que eso significa, aunque el contexto político de Venezuela no es favorable para nada. Conversa con su familia y encuentra resistencia. Su padre conoce su delicada salud y se opone a la decisión de esta hija tan amada.

En el hospital vive de manera sencilla, pobre, austera, haciendo experiencia fuerte de oración y encuentro íntimo con el Señor. Un día el p. Machado le ofrece un crucifijo para que se lo coloque y vaya a Caracas a hablar con su papá. En casa tratan de distraerla, mas ella está decidida a seguir a Jesús, a entregar su vida por los pobres. Alcanza de su padre el sí tan deseado. Todos lloran. Ella, en cambio, llora de felicidad y júbilo.

El 25 de septiembre de 1889 a las 7:30 de la mañana sale de Caracas a Maiquetía. Allí la espera el p. Machado y las dos compañeras que están con ella desde los inicios del hospital. Ante una imagen de san José que él mismo ha colocado en el patio, le dice: “Este es el dueño de la casa”. Emilia lo mira, hace un gesto de humildad inclinando la cabeza y le estampa un beso. Seguidamente corre a ver a los enfermos, los abraza tiernamente, la emoción es muy grande. Todos lloran de alegría.

En la tarde, María de Jesús Badillo, que se había quedado atendiendo a los enfermos junto con María Eustaquia y Trinidad, coloca en sus manos las llaves de la casa con todos sus tesoros: doce enfermos, dieciocho enfermas, algunas facturas sin pagar y algunas pobrezas más de la casa. María de Jesús y María Eustaquia se ponen a sus órdenes, decididas a iniciar la vida religiosa según las indicaciones del p. Machado.

Así nace la congregación de las “Hermanitas de los Pobres de Maiquetía”, silenciosamente, en unos momentos muy conflictivos a nivel social, religioso y político, en un país donde estaban extinguidos los conventos, colegios, seminarios, comunidades religiosas y prohibidas las fundaciones, por una Ley que promulgó el gobierno de Guzmán Blanco el 5 de mayo de 1874.
El Amor prevaleció y, así, estos dos colosos de la caridad escucharon el clamor de los pobres y la voz del Padre que les llamaba a cuidar de sus hijos predilectos: los pobres, enfermos y excluidos.

Han pasado 130 años… Nosotras, sus hijas, que hemos recibido esta herencia maravillosa, seguimos confiando en la Divina Providencia en unas circunstancias muy parecidas y hasta más difíciles que las de su época y estamos seguras de la acción de Dios al continuar esta inspiración, como decía nuestro amado p. Fundador: “Yo sentía que el Señor me inspiraba una idea, yo ponía manos a la obra, el Señor bendecía lo que hacía y tomo me salía bien” (Pbro. Santiago Machado).
¡Gracias, Señor, gracias!