La FE
La virtud de la FE en la vida de la Sierva de Dios Emilia de San José se manifiesta
en el hecho que ella ha vivido continuamente embebida en Dios, siendo esto tan
ordinario que su vida estaba constante y como normalmente llena de la presencia
de Dios.
También su vida de FE pone de manifiesto su intenso y constante espíritu de oración.
Esta oración ha tenido diversas manifestaciones:
ya en lo que se refiere a su vida de oración y adoración a la Eucaristía; ya en
la intensa preparación para recibir la Comunión.
Su oración y devoción han sido también
profundamente marianas en la devoción al misterio de la Inmaculada Concepción
de la Virgen María, entre otros porque la Sierva de Dios nació en el día en que
se celebra la Solemnidad de la Inmaculada Concepción y además en el año de las
apariciones de Lourdes.
Esta devoción a la Inmaculada Concepción de la
Virgen se refleja también en el borde azul del manto y en el cordón azul que
sostiene el crucifijo del hábito de la Congregación.
También en la vida de la Sierva de Dios sobresale
su devoción al Rosario en cuya cofradía desea intensamente que se le inscriba
en los últimos días de su vida.
Una devoción muy intensa tuvo también la Sierva de
Dios a San José a cuyo patrocinio se acogió durante toda la vida, como podemos
apreciar del nombre en religión, siendo también el Patrono de la propia
fundación.
Igualmente, la FE de la Sierva de Dios se ha manifestado en su actividad
catequística, durante toda su vida, para transmitir la fe, trabajo que la
ocupaba al mismo tiempo que las obras de caridad. Su FE también se ha manifestado en su adhesión ferviente a la Iglesia.
Antes de morir, dijo: "Mi espíritu está lleno de Su presencia", frase que expresa a plenitud cómo fue su vida y cómo estaba preparada para salir al encuentro con el Amado de su corazón.
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